19 de Mayo de 2018
En Aswan hay sitios interesantes que ver, pero es un infierno de calor (40-45º), es demasiado pesado andar por la calle durante el día y decido que es mejor seguir el camino hacia Luxor, pero antes, y pese al calor insoportable, me doy una caminata hasta la iglesia copta y el monolito inacabado.
El monolito se suponia iba a ser el más grande de Egipto en su tiempo pero los ingenieros no confiaban en que la calidad de la piedra aguantara el levantamiento y lo dejaron a medio terminar.
En el camino de vuelta un vendedor de pegaminos se me acerca y como siempre insistentemente me ofrece su producto mientras yo le ignoro (es lo que hay que hacer para que te dejen tranquilo más rápido), pero este se me pega de una forma extraña, primero por la derecha y luego por la izquierda. Me parece tan raro lo que hace que me giro para verle y lo que veo es su mano en mi bolsillo. Automaticamente le doy un manotazo tirandole los papiros al suelo y gritadole que voy a llamar a la policía y que es un ladrón. El solo mira los papiros y balbucea que no ha hecho nada. Su suerte, y quizás por eso se atrevió, es que en ese momento no había policía turística cerca que siempre la solía haber cuando he pasado por ahí. Sigo mi camino de vuelta al hotel con ganas de encontrar un policía para contarle lo sucedido pero conforme me acerco al hotel tengo más ganas de que llegue la hora de subir a mi tren e irme de esa ciudad que tener que contar nada a un policia.
El viaje en tren desde Aswan a Luxor es de 6 horas que se hacen un poco pesadas.
Mi hostel me ha enviado un mail diciendo que a la entrada de la calle hay que tener cuidado con ciertos taxistas o vendedores que intentan engañar a los turistas y ofrecen servicio de recogida gratuito desde la estación de tren así que con lo sucedido en Aswan en mente les solicito que me recojan. En la estación una horda de taxistas pesados nivel mil me acosa hasta que un hombre con mi nombre escrito en un cartel viene a buscarme y me lleva al hostel en moto. Voy cargado con un mochilón a la espalda, una mochila delante y mi ukelele.
Por la noche quedo con una pareja de griegos, Lila y Sergios, que conocí en el autobús de Hurgada a Luxor y que se quedaban en Luxor varios días. Nos acercamos al parque delante del templo de Luxor a hablar un rato cuando un Egipcio se acerca y con buen inglés empieza una conversación donde 95% el es el único que habla contándonos su vida, repitiendo que no vende nada pero a la vez insinuando que puede hacer de «guardaespaldas». Tras 15 minutos la situación es un poco absurda y Lila le dice que se vaya. 2 minutos después llega un personaje que parece que se fumo todo y que «tampoco vende nada» pero con tono y gestos menos amistosos así que a este no le damos bola y se marcha ofendido pero no sin aprovechar para intentar vendernos «cualquier cosa que necesitemos». Después de esto y el cansancio las ganas de pasear por esta ciudad son nulas.
Antes de llegar a Luxor había leído varios blogs que decían que Luxor era como un museo al aire libre y que era genial andar por sus calles, con eso en mente reserve 6 noches en el hostel con la intención de ver la ciudad entera y sin prisa. La realidad es, como me dijo Mark, el Neozelandés que conocí en Aswan, Luxor es el purgatorio de turistas. Y no se si depende de la zona pero lo cierto es cada vez que salía a caminar por la ciudad hordas de taxistas te pitan y te repiten insistentemente «tax, tax, tax» mientras siguen tu ritmo durante metros, «caballotaxis» (no se si hay nombre para estos) que hacen lo mismo pero además añaden un «pero sabes cuanto vale?», vendedores que te llaman sin mucha gracia, o los que simplemente te siguen pretendiendo «ayudar gratis» para terminar pidiendo dinero como si fuera obligación.
Algo que tristemente aprendes aquí a la fuerza es a ignorar a las personas, porque en estos casos el «no» solo sirve para que oigan tu acento y sepan de donde eres y ser aún más insistentes. Esto algunos dirán que es normal y que hay que acostumbrarse pero el acoso en Marruecos, ni siquiera en Fez, era tan intenso. También hay quien dirá que es porque ahora mismo la economía está muy mal pero así solo consiguen asustar al turista. Esta opinión es la que compartimos la mayoría de viajeros con los que he hablado de esto, quizás por estar en la misma zona.
A favor de la gente de Aswan y Luxor diré que he conocido otros viajeros, casualmente todas chicas, que su experiencia ha sido la opuesta y están encantadas con la ciudad y la gente.
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