24 de Junio de 2018
Sabiendo que a la mayoría de viajeros Jerusalem es la ciudad que más les gusta decido quedarme en ella más tiempo que en Tel Aviv, además desde aquí puedo visitar Bethlehem en solo 30 minutos y también desde aquí haré una escapada a Jordania.
Mi ruta en los próximos días coincide con la de Daniela y unimos viajes. Nos alojaremos en el hostel The Postal, muy cerca de la ciudad antigua y pronto este hostel se convierte en el mejor donde yo he estado. La localización es perfecta, ya aprendí en Marruecos que no es buena idea tener el hostel en los zocos. El desayuno buffett es muy bueno, tiene tours gratis si te alojas en el, organiza eventos gratuitos para los huéspedes, conciertos en vivo, … Le estoy haciendo publicidad gratuita pero realmente me gustó.
Nada más llegar nos vamos a dar una vuelta por la ciudad vieja. La ciudad antigua está dividida en 4 partes. Judíos, Armenios, Cristianos y Musulmanes. Recorremos los 4 barrios sin mucho orden pero intentado visitar los principales lugares de interés.
La primera visita obligatoria es el santo sepulcro.
A la entrada la gente toca y dejan monedas en una columna esperando que les traiga suerte, nada más entrar está la «piedra de la unción» donde la gente se arrodilla para tocarla, besarla, rezar, refregarse un poco, algunos cargados con cruces y otros símbolos religiosos para regalar los restregan por la losa. Una mujer vacía una bolsa llena de cruces de madera por toda la losa, las remenea bien para que ninguna se quede sin tocar la losa y las vuelve a guardar. Una pareja se acerca, el posa y ella le hace la foto para instagram.
Entro un poco más en la iglesia, cerca del santo sepulcro un grupo de monaguillos o algo así rodean a un sacerdote ortodoxo como equipo de futbol que se prepara en el vestuario para salir al campo, no entiendo lo que dicen, tampoco me dejan seguir avanzando porque les están preparando el camino. Después de 5 minutos de pie, esperando que pase algo, el grupo sale rápido siguiendo al sacerdote y recitando algo que no entiendo. Pasan rápido y en 30 segundos los pierdo de vista. Una larga cola espera para poder entrar al santo sepulcro, demasiado larga para hoy. Doy otra vuelta pero parece que empiezan a cerrar zonas y voy a buscar a Daniela para seguir el paseo.
Seguimos caminando y buscamos el camino al muro de las lamentaciones. Pasamos un control para acceder y dentro multitud de judíos (ultra)ortodoxos se mueven rápido del y hacia el muro. 200 jóvenes militares forman entorno a un atril donde un superior les da la enhorabuena por haber superado los 2-4 años obligatorios de mili y haber aprendido el plan maestro para reconquistar toda la tierra prometida bajo cualquier precio (traducción libre del discurso).
Terminada la graduación Daniela va para la zona de mujeres y yo a la de hombres. Me acerco al muro y un voluntario me indica que me tengo que poner la kipá y que puedo coger un papelito para escribir un mensaje y ponerlo en el muro. No voy a perder la oportunidad de dejarles un mensaje educado. Me acerco al muro, lo toco, coloco mi papelito, lo vuelvo a tocar, no siento nada, me lamento de las cosas que pasan, me pregunto que pasa por la cabeza de los que vienen aquí a lamentarse mientras les parece normal usar la fuerza por una «promesa». A la izquierda hay como una caverna, me acerco, esta llena de libros y de ortodoxos mirando al muero que se mueven de forma extraña, supongo que es como les enseñan a memorizar. Algunas caras me dan miedo.
Salgo y me reuno con Daniela. Seguimos caminando hasta que en una zona unos militares o policías (con esas armas no se que son) nos impiden pasar porque es solo para musulmanes, no entendemos porque pero damos media vuelta y nos dirigimos de vuelta al hostel.
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