29 de Julio de 2018
De Seltuç a Pamukkale fui en el primer tren de la mañana que tarda unas 3 horas. Pamukkale significa «castillo de algodón» en turco. Unos movimientos tectónicos en la zona ocasionaron la aparición de unas fuentes termales con alto contenido en creta, pintando esta montaña de blanco y con el tiempo creando unas terrazas. En lo alto de este «castillo» se creo también la ciudad de Hierápolis y fue una importante ciudad de descanso veraniego para los noble y fue destruida por otro terremoto.
Cuando llegué al hostel lo primero que me pidió el dueño fue pagar y como no tenía efectivo me toco ir a un cajero. Cuando me pasa eso en un hostel ya se que no me va a gustar el sitio, pero como era lo más económico de la ciudad, solo son 2 noches y está muy cerca de la entrada desde el pueblo no pasa nada, ya se llevará su comentario en booking (con el sueño que tenía me tocó bastante los güebs)
Después de descansar un poco hasta las 4pm y con intención de ver la puesta de sol desde arriba decidí subir esperando encontrar pocos turistas pues la mayoría llegan en tours desde otras ciudades por la mañana sobre las 10-11 y tienen que volver a la ciudad desde donde vinieron. Pero la verdad que hice una cola de mínimo 30 minutos y las vistas de la colina blanca eran de una fila llena de gente.
Una vez accedes hay que ir descalzo hasta la cima. Mi primera impresión fue de que esas piscinas no parecían naturales y al terminar el día decidí informarme más sobre esto. Resulta que esta zona había estado completamente descuidada y la gente que venía subía con zapatillas y con total libertad y sin cuidado junto a la construcción de varios hoteles que destrozaron parte de las piscina y de los restos de la ciudad. Cuando la UNESCO se fijo en este «castillo» ya era tarde y una parte importante quedó muy dañada. Como solución inteligente a mi ver para controlar el acceso al turista se creo este acceso y piscinas semi-artificiales pero igualmente bonito. Mientras fui subiendo me resultaba muy entretenido ver a bastante gente, especialmente chicas, posando en bañador y enseñando su repertorio de caras y sonrisas cual modelo de Victoria Secret.
Durante la subida vas pasando por varias piscinas, unas más llenas que otras y algunas que se secaron, mientras tienes una panorámica del pueblo. Una vez llegas arriba ya te puedes calzar y vuelves a caminar por tierra normal. Me fui hacía la izquierda para tener una panorámica de camino de ascenso con toda la gente y vi a una chica posando y su novio tomándole fotos desde todos los ángulos con mucho cuidado de que la sombre de su brazo o el móvil le diera a ella mientras ella iba mostrando todas las poses y sonrisas. Después de un rato mirando a ver cuanto rato podían estar así me case y seguí andando un poco más, y 20 minutos después y seguían en el mismo sitio, comprobando las fotos, hasta que ella empezó a quejarse por las fotos y el novio termino hasta las narices y la dejo plantada. El se alejó unos 20 metros y ella se quedo plantada esperando que el volviera arrepentido. Pero el no tenía intención de volver. Bien hecho!
Me di una vuelta rápida por la antigua piscina de Pamukkale porque no me daba tiempo a bañarme y ver la ciudad de Hierápolis antes de la puesta de sol y seguí el camino hasta el anfiteatro, sin duda lo más espectacular de la ciudad. Me intenté imaginar esa ciudad en pleno apogeo, con sus construcciones en pie y gente arriba y abajo con vistas a las pisicinas blancas y desde las piscinas mirando la ciudad. Me pareció algo realmente espectacular.
No me dio tampoco tiempo a ver todas las ruinas porque quería buscar el mejor lugar para ver la puesta de sol.
Al día siguiente intente hacer una excursión a las ruinas de la antigua ciudad de Aphrodisias, desgraciadamente no había más turistas que quisieran ir y no hubo excursión. Pero, como Pamukkale me gustó tanto decidí volver a entrar y disfrutarlo más. Esta vez subí más pronto, a las 10am, aunque ya había gente por dentro no hice cola. Subí sin prisa pero sin pausa, esta vez ya sabía la mejor forma de aprovechar el día aquí al máximo. Subí hasta arriba medio rápido, tomando fotos, ayudando a otros a tomarse sus fotos y haciendome algún selfie. Fui directo a las taquillas de la piscina y dejé toalla y peso extra y me preparé para recorrer toda la ciudad de Hierápolis. Pasando por el templo de Apollo y volviendo al espectacular teatro.
Del teatro vi una construcción más alejada, una iglesia, a la que casi nadie va, solo vi 2 personas. No estaba mal, lo podían cuidar un poco más y más gente se acercaría.
Una vez en la iglesia vi que parecía haber un camino que rodeaba toda la ciudad hasta la otra entrada e intenté seguirlo para volver por el camino principal. Después de andar casi 40 minutos llegué hasta un punto muerto que no me dejaba seguir y el único camino que bajaba no estaba seguro que llegará bajo. Una pareja rusa llego donde estaba y ellos decidieron probar el camino de bajada y yo volver sobre mis pasos. Cuando yo di toda la vuelta ellos aún estaba bajando. Por si alguien va que no pierda el tiempo en este caminto.
El camino de acceso desde la entrada Norte pasa por el lado de un tramo calza de piedra y columnas bastante interesante.
Y ya con toda la ciudad vista y con todo el esfuerzo de caminar casi 2 horas bajo el sol viene la parte de ir a la piscina a relajarse. Era medio día ya y la piscina y las mesas de la piscina estaban llenas de gente, comí y me tumbe a la sobra en el cesped donde para mi agradable sorpresa no había nadie. Despúes de una pequeña siesta y con la piscina más despejada decidí que era el momento de aprovechar la piscina más cara donde he estado. El ticket te da derecho a un baño, una vez salgas ya no puedes entrar y la gente (y yo) se queda dentro largo tiempo. La piscina tiene un agua clara, a la entrada unos chorros de agua entretienen a la gente. Siguiendo hacia delante una antiguas columnas sumergidas y repartidas por ella te dan el juego de ir caminando, sentarte o tumbarte sobre sobre ellas. Hay un pequeño trozo acotado donde el fondo llega a los 6 metros de profundidad. Después de unos 40 minutos disfrutándola y con las manos arrugadas como si tuviera 180 años decidí que ya era hora de salir y secarse en el trozo cesped donde no hay nadie.
Después de un buen rato en el césped hora de volver a bajar y disfrutar por última vez de las piscina, entretenerme mirando las aspirantes a modelo y por supuesto hacerme mis fotos y para mi querida amiga la niña pollo
Por la noche me uní a una coreana que se aloja en mi hostel y otra chica de Jordania para ir a cenar. Terminamos en el restaurante donde yo fui el día anterior que tiene buenos precios y coincidió que el joven dueño se había fijado en la Jordana antes lo que ayudo a tener una entretenída conversación y probar el vino de Pamukkale, no es de mis preferidos, pero si la 2a botella va a cargo de la casa no le dices no.
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