8 de Marzo de 2018
Anoche nos juntamos unas 15 personas a cenar. Gente de España, Argentina, Colombia, Italia, Alemania y Holanda. Gente distinta que hacía el camino por múltiples motivos, que habían compartido tramos del camino, conversaciones esporádicas y que al finalizar cada etapa hacían grupo, cenaban juntos y conversaban de todo como un grupo de amigos. En este albergue también estaba el colegio de Moncada que inició a caminar a las 5 de la mañana.
Unos días antes alguien se entero que el día 8 a las 12 del mediodía hacían una misa donde iban a poner en marcha el Botafumeiro, así que como grupo quedamos en iniciar la última etapa hasta Santiago a las 6 y así fue. Salimos completamente de noche alumbrando el camino con los frontales y móviles hasta que empezó a amanecer.
El principio fue algo complicado con varios grandes charcos y barro que evitar pero una vez amanecido y la emoción y ganas de llegar a Santiago antes de las 12 le daba un extra de energía a la gente. Fui caminando a un buen ritmo unas veces conversando con unos otras en solitario y alcanzando a gente hasta que, sin darme cuenta, mi grupo quedó atrás y me junte con el colegio. Compartí el tramo que quedaba hasta el Monte do Gouzo conversando con un chico de mi pueblo que iba con el colegio.
Aquí ellos se pararon a esperar al resto de su grupo y yo continué caminando en solitario.
A partir de aquí todo el tramo era bajada y mis tendones de aquiles empezarón a resentirse cada vez más y la entrada a Santiago fue muy dura por el dolor teniendo que parar a estirarlo en varias ocasiones.
En todo este tramo no me crucé a ningún otro peregrino, pasé la entrada de la ciudad, el casco antiguo y por fin llegué a mi primera meta. La catedral de Santiago de Compostela estaba ahí.
Poco a poco fueron llegando todos. Dejamos las mochilas y entramos a la catedral. Volví a encontearme a la profesora de Valencia que me contó que eran ellos quienes habían pagado para el botafumeiro y que iban a colaborar en la misa. Una de las chicas del colegio que hablo en misa dijo las palabras más bonitas de toda la misa y que representaban completamente la experiencia vivida y como nos sentiamos todos en ese momento.
Con el primer reto conseguido ahora queda disfrutar de la ciudad unos días antes de seguir el viaje.
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