10 de Junio de 2018
Al llegar a Egipto en las noticias empezaron a mostrar problemas entre Israel y Palestina y por miedo a que pasara algo dejé Israel y Jordania para más adelante y puse pasaré directamente al Líbano desde el Cairo, luego a Chipre y después volveré un poco atras para ir a Israel (no hay vuelos desde Líbano, ni se puede cruzar la frontera por tierra) y ya en Israel visitar Jordania. Para que hagáis una idea de la tontería de hacerlo así por la inversión de tiempo que supone un avión, en Egipto podría haber ido desde Dahab en un bus y cruzar la frontera con Israel en 3 o 4 horas, desde Israel cruzar a Jordania y de ahí un avión al Líbano. Todo esto también en teoría, porque si en el Líbano sospechan que he estado en Israel no me hubieran dejado entrar.
En mi viaje al Líbano hice por primera vez 2 cosas nuevas: primero perdí un vuelo, confiando en lo que mostraba la app de Uber parecía tener tiempo de sobra, que iba a tener un uber en minutos y que llegar al aeropuerto iba a ser medio rápido. Me relajé en el hostel y lo que pensaba iban a ser 1 hora o menos hasta el aeropuerto fueron más de 2 sumado a que las puertas de embarque las cerraron 1 hora antes de vuelo. Por suerte por 20 euros más podía subir al que salía por la noche y llegaba de madrugada. Y la segunda cosa nueva que hice fue «dormir» en el aeropuerto de Beirut hasta que empezaran a funcionar los buses.
Los tres primeros días en Beirut me alojaré usando couchsurfing en casa de Loreto, un filipino que trabaja en una ONG ayudando a refugiados. Loreto conoce el Líbano mejor que muchos libaneses. El primer día en llegar a casa de Loreto coincidí con un japonés que también estaba haciendo couchsurfing allí y casi sin dormir me uní a plan para ir a ver las grutas de Jeita ese mismo día, unas cavernas de piedra caliza enormes, bonitas, pero quizás por el sueño que tengo y porque no dejan hacer fotos tampoco me parecieron una cosa digna de ser una de las 7 maravillas del mundo.
*recordatorio: creo que hice una foto con la gopro que ya pondré.
En Beirut me quedaré una semana, más que nada para recorrerla sin ninguna prisa y porque tengo ganas de estar en un sitio fijo varios días seguidos (cargar con la mochila muy seguido es muy duro). Beirut es una ciudad grande donde conviven musulmanes, cristianos y ateos sin ningún problema, es una ciudad moderna, con mucho ambiente por la tarde-noche en algunas zonas, y ahora que aún es ramadán cuando oscurece los restaurantes y calles se llenan de gente cenando y fumando shisha. He recorrido la ciudad andando arriba y abajo siguiendo un poco varias ruta que vi por internet y los consejos de Loreto y la gente del hostel donde me alojé después.
Debido a la guerra civil que termino en 1990 todavía se ven numerosos edificios antiguos con las marcas de bala o semi derruidos y justamente estos edificios son los que le dan un toque especial a la ciudad. En las calles se ven muchos policias y militares y barricadas, otra cosa que le da un toque fuera de lo normal pero los primeros días no sabes si realmente es seguro o puede pasar algo en cualquier momento.
La casa de Loreto está en la zona de Hamra, un barrio de clase media-obrera, lleno de restaurantes y cafeterías y no queda muy lejos de las Rocas de las palomas, 2 rocas enormes que sobresalen en el mar y el lugar más característico de Beirut.
Un paseo por el paseo marítimo desde las rocas hasta la universidad te deja ver que cuando el calor apreta y aunque no tengan playa de arena cualquier rincon es bueno para bañarseen el mar o disfrutar de la brisa marina.
El segundo día me fuí al Downtown, el centro de la ciudad, es un área reformada con edificios nuevos y bonitos, restaurantes y cafeterías y también unos de los edificios más interesantes de la ciudad: la Mezquita Azul y la catedral de San Jorge. Iglesia y mezquita una al lado de la otra.
Después de todo lo caminado hasta llegar a este barrio y pese a tener zonas muy bonitas me parece el barrio menos auténtico y con menos «alma». En el camino hacia allí iba mirando el móvil para seguir el mapa y un hombre me llamó repetidas veces, pensando que sería como en Egipto que me quería vender algo mi respuesta automática es «no» y seguí caminando. El siguió insistiendo «No what?», levanté la cabeza y ví el chaleco con la placa de policía, el vió que era extranjero y me dejó seguir. Pero parece ser que no es raro que la policía te pare y te haga algunas preguntas.
El barrio de Mar Mitr es donde se encuentra el hostel donde me alojaré unos días antes de alquilar un coche y recorrer el país. Este barrio no tiene nada especial que ver, es otro barrio obrero donde se puede ver la vida de verdad de la ciudad. No muy lejos está la calle Armenia, llena de restaurantes y cafeterías y con mucha vida nocturna. Entre Mar Mitr y Downtown está otro punto animado de la ciudad, las escaleras de St. Nicolás.
Otro de los barrios interesantes para caminar es el barrio armenio, que también es lugar para comprar todo más barato. Sus calles están repletas de tiendas que venden de todo. Es característico ver miles de cables eléctricos o de telefonía colgando en la calle y donde debe ser una pesadilla para el técnico que tenga que mantener eso. Y si eres turco mejor no pasees por el.
El Líbano es un país caro para el turista, y especialmente Beirut. La ciudad no es que me termine de gustar aunque tiene lugares bonitos pero está bien para visitarla en 2 o 3 días máximo. Y el transporte público es nefasto, al final me salía más a cuenta el uber que estar negociando precio con taxistas o subir a un bus que tarda una vida en llegar.
Después de una semana aquí he visto que a los libaneses les gusta lo caro y aparentar, lo que me parece muy bien si se lo pueden permitir pero a mi no me da la impresión de que la economía sea tan fuerte para este nivel de vida. El salario mínimo son 250euros pero los precios de restaurantes y supermercado me parecían más de Europa. De hecho, veo que un sector muy fuerte está siendo la construcción y en España ya conocemos esa burbuja.
Algo que vi y no me gustó mucho es el uso de refugiadas sirias como trabajadoras del hogar y nanis 24/7 que más parecían esclavas para el salario que tienen. Sobre esto me contaron que hay una percepción (o ganas de aparentar) del estatus social en el que si tienen una «trabajadora siria» es que tienes dinero, pero si es de otro país es que todavía tienes más dinero, especialmente si es filipina que serían el top, y cuantas más tengas es porque tienes más dinero.
Después de una semana en Beirtut puedo decir que en ningún momento he tenido la sensación de estar en peligro, todo lo contrario, me ha parecido una ciudad muy segura. La gente en general es amable y tranquila.
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